Después de la histeria viene la histéresis

La inferencia humana es claramente imperfecta, particularmente cuando se trata de problemas que requieren conocimiento estadístico o probabilístico. Si, además, la situación conlleva algún tipo de riesgo que ponga en peligro la vida, nuestro “cerebro de lagarto” rápidamente toma el control y desencadena una respuesta de «lucha o huida», en lugar de ir a buscar los libros de matemáticas.

 

Para complicar las cosas, las estadísticas se ven muy diferentes dependiendo de la cobertura mediática. Un fenómeno social conocido como «Valores de las noticias» hace que una noticia resulte más impactante dependiendo de la proximidad del suceso o la familiaridad de los actores.

 

La crisis del coronavirus ha ahondado en todos estos prejuicios mentales para acabar creando una crisis social sin precedentes; evolucionando desde un problema que sólo afectaba a una región remota en China, a una pandemia que amenaza a nuestros seres más queridos.

 

La lejanía hizo que se perdiera tiempo, ya que muchos, incluido yo mismo, calculamos mal la velocidad de transmisión. Y las bajas estadísticas de mortandad encubrieron el déficit del sistema sanitario para hacer frente a la emergencia; por lo que más tarde han tenido que implementarse medidas draconianas a la carrera.

 

Con todas estas medidas, el coste en vidas humanas probablemente se limitará mucho, pero el coste económico asociado se disparará tan exponencialmente como se ha propagado el virus. Grandes sectores de la economía, como la hostelería y las industrias de viajes, se están siendo literalmente cerradas, mientras que otros sectores trabajan a baja capacidad, lastrados por una baja demanda y una caída en la productividad.

 

Este es el tipo de parada repentina de la economía que se suele experimentar durante una guerra, pero en este caso muy limitada en el tiempo. Su corta duración conocida de antemano debería ayudar a prevenir la gravedad del destrozo. Después de todo, lo que se necesita es que las industrias afectadas obtengan una línea de liquidez del gobierno que les permita capear la falta de ingresos durante unos meses. De esta forma, se salvarán los empleos y, cuando termine la crisis sanitaria, la economía podrá volver a crecer con fuerza. No hay ningún proyecto que garantice mejores retornos al dinero público que salvar empleos manteniendo vivas a industrias que son perfectamente viables.

 

Pero tanto como la solución tiene de fácil, lo es de costosa. Como sucede con los esfuerzos bélicos, la deuda del gobierno necesita aumentar sustancialmente (financiar dos trimestres de actividad económica pírica puede costar un 20-30% del PIB). No es sorprendente por tanto que en la UE veamos una parálisis, ya que la vieja disputa entre el norte y el sur sobre la sindicación de riesgos está impidiendo una respuesta conjunta. En los Estados Unidos por contra, el problema parece estar en cómo dividir los réditos políticos de un estímulo fiscal de tal magnitud.

 

Durante este impasse, los mercados financieros están en caída libre, con el único – pero insuficiente – apoyo provisto por los bancos centrales. Cuanto más dure esta situación, mayor será la actividad económica perdida, y más tiempo tomará recuperarse. La economía, al igual que un muelle al que se estira demasiado, puede mostrar «histéresis», y podemos llegar a un punto en el que sea demasiado tarde para poder devolverla a su estado anterior.

 

Los líderes políticos son conscientes de ello y, por lo tanto, esperamos que se anuncie un paquete fiscal integral en los próximos días. Esto debería ayudar a estabilizar los mercados financieros y acercar los precios de las acciones a valoraciones acordes con su potencial de beneficios a largo plazo.

 

Mientras tanto, con niveles de volatilidad sin precedentes y precios de activos dislocados, reiteramos nuestro llamamiento a mantener la calma y permanecer invertidos en activos de alta calidad. Y conviene recordar, no hay que luchar contra la Fed, y no hay que luchar contra la civilización.

 

Fernando de Frutos – Chief Investment Officer

 

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