Durante los últimos 10 años hemos escuchado distintas versiones sobre la sincronía existente entre el comportamiento de economías emergentes y economías en desarrollo: desde el «desacoplamiento» de las economías emergentes debido a la crisis subprime en Estados Unidos en 2008 a encomendarse al «aislamiento» de la economía Americana para hacer frente al impacto de otros mercados, en particular del derivado de una desaceleración en China como a la que asistimos hoy en día.
Sin embargo, más allá de los ciclos de corto plazo, la discusión parece no tener mucho sentido. La globalización ha hecho que la economía a nivel mundial esté cada vez más integrada, con el comportamiento de las economías emergentes reflejando cada vez más el desempeño de economías desarrolladas (a excepción de Asia, como se ilustra a continuación en el gráfico).
En la misma línea, el gráfico muestra una tendencia igualmente importante: una desaceleración global del crecimiento en el tiempo, lo que el ex secretario del Tesoro en Estados Unidos, Larry Summers, ha denominado como “estancamiento secular”. Y es que el crecimiento en las economías avanzadas ha pasado de mostrar una tendencia de en torno a un 5% en 1960 a entre tan solo un 1% y 2% en la actualidad.
Los países en desarrollo, en general, no se han mantenido inmunes a esta “enfermedad”, con la notable excepción de Asia. Este singular comportamiento puede atribuirse en primer lugar a la aparición de los tigres asiáticos en los años 70-80, y más tarde a la conversión de China en una economía de mercado y su incorporación a la OMC. La pregunta ahora es si China será capaz de enfrentar la desaceleración a la vez que mantiene su «diferencial de crecimiento» contra la tendencia del resto del mundo, o si por el contrario vamos a ser testigos de un frenazo repentino en el crecimiento como el que tuvo lugar durante la crisis asiática de 1998, cuando las economías asiáticas se recuperaron con fuerza debido a las devaluaciones competitivas de sus monedas. En este sentido, China podría estar preparándose para un escenario de este tipo desde el cambio de régimen Renminbi el pasado mes de agosto.
La persistente debilidad en el crecimiento de los países desarrollados, junto con el continuo deterioro de los datos macro procedentes de China, nos lleva a prepararnos para un escenario en el que el crecimiento, tanto en los mercados desarrollados como en los emergentes, se ralentizará. En consecuencia, hemos rebajado masivamente el riesgo de nuestras carteras desde agosto del año pasado, aumentando significativamente nuestra apuesta por bonos del Tesoro y bonos de empresas de primera calidad, y reduciendo nuestra exposición tanto a crédito como a renta variable direccional.
Fernando de Frutos, Director de Asesoría y Gestión en MWM
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