Presidenciales EE.UU: llegó el gran día

Las elecciones presidenciales de Estados Unidos a las que asistimos han sido únicas en muchos sentidos. Desde una perspectiva únicamente de inversión, resultan especialmente singulares debido a lo incierto del resultado, pero sobre todo a las dudas en cuanto a cómo responderán los mercados a la victoria de cualquiera de los dos candidatos.

Probablemente la dificultad a la hora de predecir los resultados se debe a la falta de contenido programático, en una campaña polarizada en torno a las personalidades, minutos de oro televisados y miserias de los candidatos. Una victoria por parte de Trump sería un enigma, ya que no sabemos de sus intenciones más allá del muro que pretende construir en la frontera con México y su propuesta de derogar algunas de las principales regulaciones introducidas por el actual gobierno, como Obamacare y Dodd-Frank. Clinton, por otro lado, se ha dedicado a cultivar una imagen presidencial al tiempo que ha pasado de puntillas en los temas centrales que ocupan la agenda liberal, como la salud y la reforma financiera. En base a esta lectura, existe un riesgo significativo de que Trump llegue a ser un Presidente más pragmático de lo esperado y de que Clinton desarrolle una política más radical, sobre todo si los demócratas aseguran el Senado y/o el Congreso.

Sin embargo, a pesar de la incertidumbre, horas antes de conocer el resultado de los comicios es posible esbozar algunas implicaciones a nivel inversión en relación a las principales clases de activos. Un análisis éste más fácil de hacer a nivel micro que macro, y que hace necesario establecer una diferencia entre el corto y el largo plazo.

Renta fija

Comenzando con la parte macro, es inevitable pensar en cómo una victoria de Clinton o Trump afectará a las tasas de interés. Una victoria de Clinton podría resultar benigna considerando que implicará una continuación de las políticas económicas de Obama, al menos en el corto plazo. Por el contrario, el triunfo de Trump bien podría saldarse con un aumento de las tasas de interés, más aún si consideramos su intención de sustituir a Yanet Yellen y acabar con la política monetaria actual ultra laxa. A largo plazo, sin embargo, los dos candidatos abogan por  un aumento del gasto fiscal – Clinton a través de mayor gasto social y Trump a través de recortes de impuestos –, así como de la inversión en infraestructuras. Los manuales de economía nos dicen que, a menos que se produzca un ciclo virtuoso, esta generosidad fiscal dará lugar a mayores costes de financiación, así como inflación, lo que hará que los costes de financiación aumenten. En resumen, la diferencia principal entre un gobierno de uno u otro color se verá reflejada en la amplitud y no en la dirección de sus políticas, lo que significa que estas elecciones podrían marcar el final del mercado alcista de bonos en Estados Unidos,  siendo momento de preguntarse por cuánto tiempo seguirá la FED del lado de los inversores.

Divisas

Si las tasas de interés en Estados Unidos no se han normalizado hasta el momento se debe en gran medida a la fuerte apreciación experimentada por el dólar desde que la FED dio a conocer sus intenciones. Un escenario que obliga a evaluar el futuro del mercado de divisas. En el corto plazo, una victoria de Clinton podría suponer una apreciación del dólar si valoramos cómo reaccionó el mercado tras la segunda exoneración del FBI por el caso de los emails. Por otro lado, y dado que los inversores parecen estar tasando una alta probabilidad de un triunfo de Clinton, un resultado favorable a Trump obligaría a los mercados a re-calibrar, lo que originaría fuerte corrección. La referencia aquí a lo que aconteció tras el triunfo del Brexit es inevitable. A largo plazo, sin embargo, la clave será lo que suceda con las tasas de interés y la inflación. Si las tasas de interés suben más que la inflación, el dólar se verá favorido y viceversa. Por nuestra parte, la perspectiva de un escenario deflacionario nos lleva a pensar que es más probable que el dólar se aprecie a largo plazo, independientemente de quién gane las elecciones.

Acciones

En cuanto al mercado de acciones, es de esperar una tendencia alcista en diversas industrias en detrimento de otras, especialmente si gana Hillary. Normalmente, una presidencia demócrata no resulta amable para sectores altamente regulados como el farmacéutico, el financiero y el energético, mientras que resulta positiva para los sectores de tecnología y sanidad. Los republicanos, por el contrario, han tendido históricamente a apoyar a los primeros mencionados, junto con el sector de defensa. Sin embargo, Trump es una nota discordante en el seno del Partido y, por ejemplo, ha prometido combatir los abusos en el precio de los medicamentos. Por otra parte, si Estados Unidos se retirara de la OTAN, como ha llegado a sugerir, la industria ligada a defensa se vería irremediablemente tocada.

En cuanto al mercado de acciones en general, al igual que sucede en el mercado de divisas, la clave está en hasta qué punto se cumplen las expectativas implícitas en los niveles actuales. Si, como parece suceder, el mercado descuenta una victoria de Clinton, los mercados experimentarán un breve rally de alivio. Por el contrario, un triunfo de Trump podría conllevar una corrección severa debido a la mayor incertidumbre que rodea al candidato presidencial. A la larga, es imposible predecir qué presidente favorecerá a los mercados de renta variable, sin revelar la ideología de uno. Y es que los precios de las acciones dependen fundamentalmente de los beneficios empresariales y, en última instancia, del desempeño económico; sin que pueda decirse a ciencia cierta si una menor regulación junto a recortes de impuestos generarán más crecimiento que un mayor sector público y una mayor intervención en la economía.

¿Y si no hay un claro ganador?

Entre todos, el mayor riesgo a corto plazo es sin lugar a dudas un empate técnico que de lugar al recuento de votos en algunos estados, cuando no a acusaciones de manipulación de los resultados (recordemos la afirmación de Trump en relación a un posible fraude electoral y su posible rechazo a una victoria de Clinton). Un escenario en parte similar al que asistimos en las elecciones del año 2.000 que, teniendo en cuenta el clima político actual, podría dar lugar a una prolongada batalla legal y política que aumentaría considerablemente la incertidumbre. Como consecuencia, las acciones y el crédito caerían a bruscamente, el oro y las monedas de referencia se apreciarían y el dólar americano y los bonos del Tesoro estadounidense se verán afectados, hundiéndose el primero y manteniéndose estable o subiendo ligeramente los segundos.

 

Fernando de Frutos, Director de Asesoría y Gestión en MWM

 

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