Ajuste Fiscal de Fronteras, ¿equidad o subsidio encubierto?

El fracaso en la revocación de ObamaCare ha aumentado la presión sobre Trump para cumplir con su plan fiscal. Dado que no habrá ahorros en sanidad que reduzcan el presupuesto y que otros recortes se han reasignado al gasto en defensa, el Ajuste Fiscal de Fronteras (AFF) surge como la única fuente para financiar los prometidos recortes fiscales a empresas e individuos.

El presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, ha enmarcado ideológicamente el AFF como una cuestión de corregir las desventajas en la posición comercial de Estados Unidos debido a la presencia de Impuestos sobre el Valor Añadido (IVA) en sus socios comerciales – Los Estados Unidos son uno de los pocos países que no aplican IVA, utilizando un impuesto a las ventas en su lugar.

El argumento es el siguiente: los países con IVA aplican éste a las importaciones, mientras que los Estados Unidos no imponen impuesto alguno. Por el contrario, los países con IVA eximen a sus exportaciones de éste, mientras que Estados Unidos grava «indirectamente» a las exportaciones al gravar a las compañías estadounidenses por sus ingresos mundiales, algo que la mayoría de sus socios comerciales no hacen. Bajo esta lógica, los exportadores estadounidenses están en desventaja, mientras que sus productores locales sufren una competencia desleal del exterior.

A primera vista, esta asimetría puede parecer un conflicto de sistemas impositivos, pero una mirada más cercana al problema revela que este no es el caso. El IVA es un impuesto acumulativo pagado a lo largo de la cadena de valor, en el que cada productor intermedio cancela el IVA ingresado con el IVA pagado a sus suministradores; El impuesto sobre las ventas, por el contrario, sólo es pagado por el consumidor final, no gravando las transacciones intermedias. En principio, ambos impuestos deben producir el mismo resultado, siendo la diferencia principal que con el IVA los impuestos se recaudan de forma incremental y más eficaz – dado que todo vendedor intermedio actúa como recaudador de impuestos.

Cuando un productor de un país con IVA exporta a los Estados Unidos, éste no aplica el IVA mientras que sí se le permite deducirse el IVA pagado. Este descuento no constituye una subvención a la exportación, sino un ajuste necesario para que el producto pueda exportarse libre de impuestos. Cuando el producto entra en el mercado estadounidense, tanto el exportador extranjero como el productor local están en igualdad de condiciones, ya que ninguno de ellos ha tenido que pagar impuestos a sus proveedores; siendo el producto final sujeto a un impuesto de ventas.

El problema en el lado de las exportaciones no es de diferentes sistemas impositivos entre países, sino del alcance de estos. Estados Unidos grava a empresas y particulares por sus ingresos mundiales. Este es un problema auto infligido que podría ser corregido simplemente aboliendo esta práctica, como hacen la mayoría de países. En cambio, el plan de Ryan propone reducir el impuesto de sociedades y conceder créditos fiscales a las exportaciones (un extremo del AFF). Esto incentivará a las compañías estadounidenses a repatriar la producción y el empleo, aunque también disminuirá los ingresos fiscales.

El otro lado del AFF viene aquí al rescate. Al no permitir que las empresas estadounidenses se deduzcan las importaciones como gastos, la recaudación de impuestos de sociedades aumentará sustancialmente (Estados Unidos es un importador neto) y, como efecto secundario, promoverá a las empresas locales al imponer un arancel oculto a las importaciones. La verdadera naturaleza del AFF comienza a vislumbrarse; su objetivo no es la equidad, sino la creación de empleo y la mejora de la competitividad de los Estados Unidos mediante la subvención de su industria nacional.

Hay una enorme oposición al AFF, tanto por parte de los socios comerciales de Estados Unidos, así como a nivel nacional. La América corporativa está divida en dos sobre el tema. Mientras que exportadores netos, como Boeing, Intel o Merck, podrían ver sus beneficios dispararse, importadores como Wall Mart, Home Depot o Exxon, serían gravemente afectados. Estos últimos podrían ser «masajeados» con una tasa impositiva más baja, pero si esto exacerba el déficit fiscal, el ala libertaria del Partido Republicano se rebelará. ¿Acaso parece la reforma tributaria más fácil que la sustitución de ObamaCare?

 

Fernando de Frutos, MWM Chief Investment Officer

 

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