La guerra de las curvas

Después de que ayer los líderes del Congreso de EE.UU. acordaran un paquete de ayuda económica de proporciones históricas, se ha superado otro hito crítico. Los cortafuegos fiscales y monetarios que se han establecido deberían ser suficientes para permitir que la economía pueda recuperarse de una para súbita de la actividad. Sin embargo, aún queda una incógnita fundamental por resolverse antes de que podemos afirmar que los mercados financieros han tocado suelo, que es la duración de la crisis sanitaria.

 

La curva de contagio del nuevo patógeno es un recordatorio en vivo del poder del crecimiento exponencial, como la historia del arroz y el tablero sobre el origen del ajedrez. No se puede afirmar que los gobiernos no fueran conscientes de los riesgos; lo que ocurre es que los modelos matemáticos de replicación viral son muy sensibles a un par de parámetros, y la mayoría de sus asesores científicos contaban con que las medidas de contención serían suficientes.

 

El virus nos ha pillado por sorpresa al causar cuellos de botella críticos en nuestra infraestructura sanitaria, dado que incluso los sistemas de salud más previsores del mundo, corren actualmente el riesgo de ser desbordados por una ola de pacientes necesitados de tratamiento hospitalario. Esta es la razón principal que ha obligado a los gobiernos de todo el mundo a tirar del freno de emergencia, e implementar medidas de confinamiento impensables hace unas semanas.

 

Pero la guerra aún no ha terminado. Contra la curva de contagio tenemos una herramienta mucho más poderosa, nuestra curva de aprendizaje colectivo. Las medidas puestas en marcha inicialmente para combatir la propagación no se han diferenciado en demasía de las utilizados en la Edad Media; pero ningún otro ser vivo aprende tan rápido como nosotros. Apenas dos semanas después de que se detectara el nuevo virus, los científicos chinos publicaron su secuencia genómica completa. Un mes después de que se secuenciase el “pincho” que, de forma característica, recubre el virus, ya habían comenzado los primeros ensayos clínicos para una vacuna. Y en la actualidad, un sinfín de científicos están en una carrera frenética por encontrar un tratamiento que pueda ayudar a aplanar la curva del contagio.

 

Más allá del frente terapéutico, se está produciendo una gran movilización en la industria, donde se están reconvirtiendo instalaciones de producción para manufacturar el equipo hospitalario que está escaseando, desde material de protección hasta los ventiladores utilizados en las UCIs; y con ello, conseguir eliminar los cuellos de botella de forma progresiva.

 

Por último, hay tanto en juego, que aún podemos mejorar mucho en la forma de atajar nuevos contagios, aislando selectivamente sólo a personas enfermas o en riesgo de contraer la enfermedad. Se están haciendo grandes avances en el aumento de la producción de los test del Covid-19, los cuales, combinados con la aplicación de software de seguimiento, como están haciendo en China e Israel, permitirá relajar las restricciones de movimientos y reducir el daño económico.

 

Escondidos en nuestras cuevas, es fácil caer en una visión sombría del futuro, en la que durante el resto del año estaremos sufriremos cuarentenas intermitentes, mientras la economía se va por el fregadero. Pero hay muchas razones para ser optimista. Nuestra sociedad se mantiene cohesionada, mostrando moderación y disciplina, así como grandes muestras de solidaridad. E incluso a pesar de los titubeos iniciales, los políticos y los bancos centrales están teniendo su mejor momento; otra muestra de que aprendemos rápido, dado que no se quieren repetir los errores cometidos durante la crisis financiera.

 

No hay duda de que habrá un coste económico en el corto plazo, pero en última instancia, son la inventiva humana y el trabajo arduo los que impulsan el progreso a largo plazo; y a éstos, la pandemia apenas los afectará. También ocurre que, en el corto plazo, las noticias negativas eclipsan a las positivas. Como muestra, la noticia de que Apple presentó su nuevo iPad Pro y MacBook apenas recibió atención la semana pasada. Vale la pena echarles un vistazo, como un poderoso recordatorio de por qué es tan importante permanecer invertido.

 

Fernando de Frutos – Chief Investment Officer

 

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