
FERNANDO DE FRUTOS, CFA, PhD | 08 ENERO DE 2025
• Incertidumbre política y geopolítica: El regreso de Trump a la Casa Blanca tras un hiato de cuatro años crea una incertidumbre política única. Si bien las comparaciones con su primer mandato son inevitables, las condiciones iniciales en 2025—marcadas por crecientes tensiones geopolíticas, particularmente con China y Rusia—son fundamentalmente diferentes. Las naciones no alineadas se enfrentarán a una creciente presión para elegir bando, complicando el comercio mundial y la estabilidad económica.
• Retos macro y de mercado: Estados Unidos se enfrenta a un panorama fiscal complicado, con un gran déficit y una elevada deuda. Los aranceles propuestos y las bajadas de impuestos deben calibrarse cuidadosamente para evitar avivar la inflación o desestabilizar los mercados financieros. Mientras tanto, la bolsa está cara, con unas valoraciones sustentadas en gran medida por el «Put de la Fed».
• Disrupción tecnológica y especulación financiera: La Inteligencia Artificial (IA) es una fuerza transformadora. Por el contrario, las criptomonedas siguen siendo especulativas. Las políticas de Trump podrían abrir la puerta a una integración más profunda con el mundo corporativo, especialmente los bancos. Si bien existen oportunidades prometedoras, la especulación descontrolada conlleva riesgos de contagio sistémico.
Cada cuatro años, al igual que los años bisiestos, enero marca el comienzo de un nuevo mandato presidencial en EE. UU. Estas transiciones suelen aumentar la incertidumbre política, especialmente durante un traspaso de poder. Sin embargo, 2025 es especial: por primera vez en la historia moderna, un expresidente regresa al poder después de un paréntesis de cuatro años. Las comparaciones con el primer mandato de Trump son por ello inevitables, pero el mundo que hereda es muy diferente. Económica, geopolítica y socialmente, las condiciones iniciales actuales se parecen poco a las de 2017. La historia puede no repetirse, pero a menudo rima, y Trump regresa no solo con ecos del pasado, sino también con determinación para despachar asuntos pendientes.
Geopolítica: Mismos jugadores, nueva partida
En 2018, la guerra comercial con China sacudió los mercados, lo que llevó a dar un giro a su política monetaria En aquel momento, las ambiciones geopolíticas de China estaban aún veladas por su aperturismo económico, y líderes como Xi Jinping y Vladimir Putin se enfrentaron con poca resistencia por parte de la comunidad internacional.
En la actualidad, el panorama geopolítico ha cambiado fundamentalmente. El alineamiento de China con Rusia durante la guerra en Ucrania ha ahondado las divisiones entre las democracias occidentales y los regímenes autoritarios. Taiwán se ha convertido en un punto caliente, con EE. UU. abandonando la ambigüedad estratégica y apoyando abiertamente su soberanía.
El regreso de Trump a la presidencia vuelve a centrar la atención en China, pero con apuestas redobladas. Su propuesta de imponer aranceles condicionados a la alineación de los países con los intereses de Estados Unidos—un concepto que recuerda al » friendshoring» propuesto por la Secretaria del Tesoro Janet Yellen—, podría convertir a China en un objetivo central. Las naciones no alineadas como India, que han cultivado una neutralidad estratégica, se enfrentarán a una creciente presión para elegir bando. Esta realineación geopolítica podría alterar el comercio global y los flujos de materias primas, alimentando la inflación a través del aumento de los precios de la energía.
Macroeconomía: El secuenciado es clave
La economía estadounidense en 2025 enfrenta una serie de retos muy distintos. Durante el primer mandato de Trump, los bajos tipos de interés y una inflación controlada crearon un contexto favorable para las bajadas de impuestos. Hoy, el déficit fiscal se sitúa en el 6.5% del PIB, frente al 3% de 2017, mientras que los niveles de deuda han ascendido al 130% del PIB desde el 105%. Estas limitaciones hacen que las potenciales bajadas de impuestos acarreen más riesgos y/o resulten menos impactantes que en la reforma anterior.
La Fed también opera en condiciones significativamente diferentes. Si bien los tipos de interés están disminuyendo, siguen siendo altos en comparación con los niveles cercanos a cero de la década anterior, y el banco central continúa reduciendo su balance. Las presiones inflacionarias derivadas de los aranceles y las posibles restricciones a la inmigración plantean desafíos adicionales, en marcado contraste con los riesgos deflacionarios del pasado.
En este entorno, la sincronización y la secuencia de las medidas son fundamentales. Errores, como aranceles demasiado agresivos o recortes de impuestos mal calculados, podrían avivar la inflación, obstaculizar el crecimiento y/o desestabilizar los mercados.
Mercados de Renta Variable: Valoraciones elevadas y el «Put de la Fed»
Los mercados de renta variable entran en 2025 con valoraciones elevadas tras dos años de rendimientos estelares. Los inversores deben moderar sus expectativas y no olvidar la máxima de que “rendimientos pasados no garantizan rendimientos futuros”. La bolsa americana ha ofrecido retornos anuales que promedian el 9%, pero las desviaciones pueden ser sustanciales. Si bien se espera una reversión a la media, predecir cuándo ésta se producirá es notoriamente difícil.
Además de la agenda pro-crecimiento del nuevo gobierno, el «Put de la Fed» continúa brindando un sustento crítico a las acciones. La disposición de la Fed a relajar la política monetaria durante períodos de estrés en los mercados actúa como un poderoso respaldo. Sin embargo, las altas valoraciones dejan poco margen para el error. Decepción en los resultados empresariales o shocks externos podrían desencadenar fuertes correcciones.
Potencial Transversal de la IA: Beneficios concentrados, mayor disrupción
Cada revolución tecnológica reconfigura el tejido empresarial de forma distinta. La primera ola de digitalización, impulsada por los ordenadores personales e Internet, tuvo un efecto transversal amplio, mejorando la productividad y reduciendo costos en casi todos los sectores. Sus beneficios se distribuyeron ampliamente, mejorando la eficiencia en toda la economía.
La IA, sin embargo, ofrece un tipo diferente de transversalidad, más vertical que horizontal. No solo reduce costos, sino que también impulsa la innovación, mejorando productos y servicios. Por ello, es probable que los beneficios de la IA se concentren más, con empresas sacando un partido desproporcionado a la tecnología, mientras que otras tendrán dificultades para adaptarse.
Si bien la IA brinda grandes oportunidades, los inversores deben distinguir entre las empresas más beneficiadas y aquellas en riesgo de quedarse atrás. Al igual que con las revoluciones industriales anteriores, el optimismo está justificado, pero también lo está la cautela, para evitar el exceso de confianza y las burbujas especulativas.
Blockchain y Criptomonedas: Una revolución menos clara
Blockchain y las criptomonedas siguen siendo en gran medida especulativas, con aplicaciones todavía muy limitadas en comparación con la IA. Los ideales iniciales de descentralización y anonimato han sido suplantados por una sucesión de narrativas pensadas para alimentar el «FOMO». El regreso de Trump puede impulsar el sector, no a través de la innovación, sino impulsando una adopción corporativa más amplia, especialmente por parte de los bancos. Las instituciones financieras, hasta ahora mayoritariamente escépticas, pueden buscar integrar las criptomonedas en sus servicios, e incluso emitir activos digitales.
Una integración más profunda con las finanzas tradicionales aumenta los riesgos sistémicos. Las anteriores crisis en el mundo crypto se produjeron estando aisladas del sistema financiero, ahora sin embargo hay potencial de contagio. Para los adeptos, una mayor adopción promete el advenimiento de un nuevo orden financiero; para los escépticos, subrayan la necesidad de vigilancia.
Conclusión: Un delicado equilibrio
Los paralelismos con el primer mandato de Trump son claros, pero los riesgos son mayores en el segundo. Los aranceles podrían avivar la inflación y frenar el crecimiento, mientras que bajadas de impuestos mal calculadas podrían profundizar el déficit fiscal, y afectar el mercado de bonos del Tesoro. Mientras que politizar la Fed o respaldar las criptomonedas podría socavar el estatus del dólar como moneda de reserva mundial.
Es tentador hacer comparaciones directas entre el mandato anterior y el que comienza. Sin embargo, el mundo ha cambiado. El margen de maniobra es más escaso y las tensiones geopolíticas son mayores. Al igual que en las aperturas de ajedrez, el éxito dependerá del espaciamiento y la coordinación de las decisiones, así como de anticipar las jugadas de respuesta de otros actores en el escenario global. Pero con la diferencia de que la economía global no es un juego de suma cero. La reorientación estratégica que pretende el nuevo presidente deberá tratar de evitar dañar a otros grandes bloques económicos, y evitar desencadenar una recesión. Para los inversores, la prioridad es prepararse para una mayor volatilidad, centrarse en los objetivos a largo plazo y mantenerse atentos en esta segunda entrega de la saga.
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